The Midnight Gospel y la depresión.

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A medida que me vayan conociendo, sabrán que soy fan de la animación cartoon. Quisiera aclarar que esto no es señal de inmadurez (¿o sí?, ¡ja, ja!), en realidad he tomado la animación como verdaderas obras de arte audiovisual.

Unas me gustan más, otras menos, pero el hecho es que veo todas las que puedo, e intento disfrutarlas con ojos de niño, con ojos de adulto y con el criterio que aprendí cuando era guionista (escribía el tipo mientras levantaba el dedo meñique al tomar un sorbo de té, ¡uh la la!).

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Hoy vengo a hablarles de un tema muy personal y de cómo una serie de animación cartoon me dio herramientas para empezar a superarlo. Sin más preámbulos, hablaremos de…

(suenan redoblantes, las luces cenitales se mueven de un lado a otro)

¡PUM! ¡LA DEPRESIÓN!

(¡APLAUSOS! No, no la aplaudan, es una mierda en realidad…)

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  • Clarence. Cartoon Network (2014-2018).

No soy psicólogo, así que no me voy a dar conceptos académicos de qué es la depresión y cuáles son sus causas, eso lo encuentran en Wikipedia o bien pueden preguntarle a mi amiga @arantxam, que es psicóloga clínica.

Lo que sí haré es contarles muy brevemente mi experiencia personal.

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  • El viaje de Chihiro. Hayao Miyazaki, Studio Ghibli (2001).

No tengo idea de cuándo empecé a sentirse deprimido. Siempre fui un niño muy tímido y retraído, y en mi familia siempre viví en un ambiente de represión muy hostil. Crecí con padres divorciados. No es de sorprenderse por qué se separaron, estamos hablando de dos personas diametralmente opuestas.

Yo vivía bajo dos formaciones distintas y contradictorias. Por un lado tenía a mi madre, quien me sobreprotegía muchísimo y me educaba bajo una moral católica, y, por otro lado, tenía a mi padre, quien se frustraba con mi personalidad tranquila y constantemente me reprochaba porque no me comportaba como él suponía que tenía que comportarse un niño de mi edad.

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  • The Midnight Gospel. Duncan Trussel y Pedleton Ward, Netflix (2020).

Lo que viene no es de sorprender: no me adaptaba con mis amigos en la escuela, fui el adolescente que sufrió bullying en el liceo y me costaba muchísimo relacionarme.

Fue en la universidad donde empecé a construir mi confianza, a hacer amigos con intereses similares a los míos, a abrir mi mente a nuevas formas de pensamiento y a acercarme al arte. Además, en este contexto me había hecho activista por los derechos de los animales, hubo muchos traspiés, pero conocí gente muy hermosa que me llevó a acercarme al teatro, la música y especialmente a la escritura.

Junto a un amigo hice mi primer taller de dramaturgia y me interesé mucho en poder contar historias de forma divertida. Tenía muchas ganas de aprender a escribir.

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  • Susurros del corazón. Yoshifumi Kondō, Studio Ghibli (1995).

En ese punto de mi vida sentía la depresión como algo lejano. Ni siquiera había considerado que fuera un trastorno que yo padeciera, aunque por laguna razón, constantemente y sin aparente razón, aparecían en mí pensamientos suicidas. Curioso, ¿no?

Debo decir que tengo 31 años y hasta ahora nunca he intentado suicidarme. Sin embargo, los pensamientos suicidas son un problema real y ellos por sí solos causan muchísimo sufrimiento.

El hecho es que en aquella época me sentía bien, demasiado bien. Había conseguido un trabajo que amaba, hacía lo que me gustaba, tenía excelentes expectativas del futuro y, pues, la crisis había llegado a Venezuela. Así que, como muchos, decidí emigrar, ¿qué podría malir sal?

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  • Avatar: the last Airbender. Michael DiMartino y Bryan Konietzko, Nickelodeon (2005-2008).

Pues psíquicamente malió sal, muy sal. Digo, salió muy mal. Seguramente aquí muchos venezolanos puedan identificarse conmigo. Poco después de llegar a Uruguay me sentí desarmado, de nuevo tímido, de nuevo nadie. Me veía al espejo y me odiaba, las sombras de mis padres se avivaron sobre mí, sus voces juzgándome estaban siempre en mi cabeza y los pensamientos suicidas se hicieron recurrentes, demasiado recurrentes diría yo, eran una constante en mi mente y con honestidad, estoy realmente sorprendido de que no lo hubiera hecho. Menos mal que no lo hice.

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  • Avatar: the last Airbender. Michael DiMartino y Bryan Konietzko, Nickelodeon (2005-2008).

“¿Pero este no era un post de animación?”

“Me mintieron. Yo vine a leer de animación y lo único que estoy leyendo es a un tipo depresivo que se oculta en el humor”

“¡Devuélvannos nuestro dinero!”

“¡Quémenlon!”

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  • Los Simpson: la película. David Silverman (2007).

Bueno, bueno, paciencia. El hecho es que pasé mucho tiempo en una montaña rusa emocional de mierda y ya no podía conmigo mismo. No podía crear, no podía hacer nada. Pasaba horas y horas en la cama lamentándome, vegetando, sin esperar nada ni de la vida ni de mí mismo.

Y, nada, ya exhausto de todo el agotamiento por la depresión, di el paso que todos debemos dar: (No, no es fumar pasta base. Por favor, nunca fumen pasta base) ¡IR A TERAPIA!

En septiembre de 2019 empecé un proceso de terapia y con él pude reflexionar cosas sobre mí mismo. Ya para finales de año me había dado cuenta que mucho de lo que me tenía tan mal en mi vida como inmigrante, además de los temas que tengo que resolver con mis padres, era que me había separado de mí mismo y de todo lo que me llenaba.

Y, nada, en 2020 decidí que iba a empezar desde cero, a retomar la escritura y a empezar a reconstruirme como individuo.

Aquí es donde entra (al fin) The Midnight Gospel.

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Esta es una animación original de Netflix creada y producida por Duncan Trussell y el creador de Adventure Time, Pedleton Ward.

Relata la historia de Clancy, un ser que, a través de un simulador de universos, viaja entre dimensiones para entrevistar a personajes de otros mundos para su podcast espacial (o spacecast, como lo llaman en la serie).

Algo que hace interesantísima la experiencia, es que las entrevistas son reales y pertenecen al podcast de Duncan Trussell, y al mismo tiempo que ocurren, la animación se abre paso hacia lo onírico y lo surrealista. Es como ver dos programas al mismo tiempo que se entrelazan.

Esto hace que al principio sea difícil de ver porque mientras la animación va por un lado, el podcast parece ir por otro, pero cabe destacar que es parte del atractivo de la serie. Yo diría que hay que verla varias veces para poder captarle lo más que se pueda.

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Asimismo, los temas que tocan van desde el papel de las drogas en la sociedad, la meditación, la aceptación de la muerte, la trascendencia del ego. Todo muy influido por filosofías orientales.

Cada entrevistado habla desde sus experiencias de vida y su propia emocionalidad. Y el mismo Duncan Trussel, quien es el que interpreta a Clancy deja lado su personaje para entregarse a su propia experiencia emocional y dándonos un final de temporada increíblemente sublime (No quiero hacer spoilers a quienes no la vieron).

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Puede parecer medio tonto o infantil que le de tanta importancia a una serie animada, pero para mí esto es solo otra demostración que el arte es una herramienta poderosa de transformación. El arte es una necesidad humana y no solo entretenimiento.

Es difícil explicar lo importante que ha sido esta serie en mi proceso de autoaceptación. De verdad se la recomiendo mucho a todas las personas que se sientan perdidas en sí mismas. Muy probablemente puedan sacar de ella un par de cosas para llevar a la reflexión o les ayude a organizar ideas que estaban en su cabeza, pero que no sabían cómo expresar. No es una serie perfecta, nada lo es, pero no puedo negar que me ayudó muchísimo en mi vida actualmente y quizás pueda ayudar también a alguno de ustedes si lo necesita.

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Nota extra: es muy importante que no se interprete el post como que una serie animada les va a dar todas las respuestas. Si bien puede encontrarse mucho refugio en el arte, que sin duda es una herramienta de salvación psíquica y social, es importante que si sufren de depresión se lo comuniquen a sus seres queridos y busquen ayuda profesional.

Un día a la vez, un paso a la vez. La terapia es esencial. Te juro que podemos salir del abismo, te lo juro. Implica mucho trabajo y esfuerzo, pero sí podemos.

Mil gracias por leer hasta aquí.

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Ah, bueno, parte de lo que me salvó la vida fue Mafalda. Y no, esta vez no me obligó a escribir nada. Es de los amores de mi vida.

Si quieren saber más de The Midnight Gospel antes o después de verla, les dejo este tremendo análisis del youtuber mexicano Chucho Calderón, que es un crack analizando y criticando animación.
(OJO QUE HAY VARIOS SPOILERS).

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