Capítulo dos: Una muerte fugaz, rescate de la muerte. (de mi autoría))

Una noche, Zeus se hallaba reunido con Poseidón, el que gobierna los mares, Hades, el rey del inframundo y Atenea, la diosa de la sabiduría. Estos cuatro dioses tenían una conversación muy amena mientras bebían en celebración de sus anteriores guerras ganadas, en ese lugar, a Hades se le subió un poco el alcohol a la cabeza, pues el rey del inframundo no soportaba el licor de Zeus. Hades se paró y se tambaleaba balbuceando cosas como que su mejor amigo era Cerbero, el perro de tres cabezas que custodiaba las puertas del inframundo, que era juguetón, precioso como ninguna otra criatura, y el ser mas fiel de todos. En un momento cayó sobre el fuego de Zeus que se encontraba a pocos pasos de él, sus vestiduras adquirieron el fuego con mucha facilidad, impulsivamente arrebató de él la ropa que estaba siendo consumida por las llamas y las tiró bajo el olimpo.

Una noche, un águila dormía tranquilamente sobre un árbol, abrió los ojos, miró a los lados, hacia arriba y hacia abajo. Cerró los ojos, extendió delicadamente sus alas; y emprendió vuelo, cuando comenzó a tomar altura planeaba en el aire de una manera sumamente majestuosa, como si fuera el único animal capaz de gobernar los en cielos, en un abrir y cerrar de ojos el águila cayó con la velocidad y la fuerza de un trueno, pues le había impactado las vestiduras en llamas del rey del inframundo, el ave caía a una velocidad bastante acelerada, sus dos alas fueron rotas y sus costillas fracturadas, el corazón le latía muy fuertemente, tanto fue su dolor que soltó una lágrima mientras caía, a su vez, el grito de un águila más trágico que se pudo oír esa noche.

El grito fue interrumpido por el crujir de sus huesos impactando fuertemente con el suelo, allí quedó el águila hasta que fue consumida por las llamas en su totalidad y reducida a nada mas que las cenizas de un ave que adoraba los cielos como la libertad misma.

fenix.jpg

Pasaron dos horas y el fuego no se extinguía, estaba igual de potente luego de esas hora, pero si hubo un cambio muy extraño. De entre las cenizas algo se movía, como si alguien o algo estuviera escarbándola, se asomó apenas un pico muy pequeño, luego se asomó completamente la cabeza ¡era del águila cuyo cuerpo había sido calcinado por las llamas! mientras salía poco a poco su cuello, su cuerpo absorbía las llamas , su cuerpo salió en su totalidad y esa águila iba creciendo más y más, poco a poco, mientras más las llamas formaban parta de ella. Creció mucho, casi alcanzó los dos metros de altura, el color de sus plumas cambió de a un amarillo rojizo, sus ojos resplandecían de una manera hermosa, mucho más que un ocaso, la punta de sus alas y colas presentaba un armonioso fuego que daba calor y no hería. Tuvo poderes de sanar heridas a través de sus lágrimas, de hablar telepáticamente y de poder saber que era lo que realmente deseaba alguien en su corazón. Es esta criatura se le conoció como ''Fénix''.

Una tarde, estaba hércules junto a su querido caballo blanco, el cual llevaba por nombre ''Pegaso'' en alineamiento antes de entrar a la batalla, Hércules y Pegaso lideraban un ejercito el cual siempre salía victorioso gracias a estos líderes.

Hércules le decía con voz amable: ''tranquilo Pegaso, todo va a salir como siempre, saldremos victoriosos''. Y el caballo con solo oír las dulces y suaves palabras de su amo, entraba en una paz profunda. Llegó la hora y Hércules montó a Pegaso, antes de salir al ataque, su ejercito lanzó flechas al ejercito enemigo, cuando vieron que las flechas descendían e impactaban al contrario, Hércules dio un potente grito de de guerra que indicaba que era hora de salir a la batalla, el ejercito salió con unas increíbles fuerzas y gritos que hacían retumbar el suelo de una manera muy poderosa, o bien podían ser los corazones de los guerreros agitados por la batalla que se aproximaba.

Hércules tenía en su cintura una espada muy filosa con su funda, mientras se acercaba el enemigo estuvo utilizando arco y flecha para ir tumbándolos uno por uno, logró tumbar a siete de sus caballos pero estaba acercándose tanto que ya no lo podía usar, cuando se acercó más, desenfundó su espada y la usaba como si fuese una extensión de su brazo, a cada jinete que pasó al lado y delante de él lo decapitó sin mínimo error en el corte, un jinete enemigo hirió a Pegaso en su cuello y parte de sus costillas, ambos guiados por la adrenalina no se habían percatado de este corte.

Como siempre, salieron victoriosos, todo el ejercito de Hércules ganó, no tuvieron bajas, pero sí heridos. Al terminar la batalla Pegaso cayó sobre sus patas y pesuñas. Hércules lo vio y entró en pánico dentro de sí, pero por fuera lucía calmado; pidió ayuda a sus compañeros pero ninguno tenía conocimiento médico, solamente de guerras, armas, y muerte. Con el corazón roto le dijo a Pegaso:

-Compañero, espera aquí, por favor, por favor, No vayas a morir amigo...no vayas a morir, Pegaso, resiste.

Dijo Hércules con voz quebrantada.

Posterior a eso, besó esperanzado la frente de su caballo y partió al pueblo por ayuda. Solo unos cinco se quedaron cuidando a moribundo Pegaso.

Por los cielos volaba un ave grande, los que estaban con Pegaso miraron asombrados por el color poco común de sus plumas, y como tenía fuego en los extremos de ellas.

¡El fénix! Dijo uno de ellos, no hagan ningún movimiento en falso, añadió. El Fénix bajó y comenzó a caminar en círculos alrededor de ellos, caminó un poco y se acercó a Pegaso, telepáticamente les dijo a todos; -No teman, no he venido a dañarlos-. Luego, le dirigió las palabras a Pegaso.

-Pegaso, un gusto conocerte- dijo amablemente-. Soy Fénix.

-Hola Fénix, también es un gusto.- dijo Pegaso en su frágil corazón.

-Pegaso, necesito que me confieses algo. Preguntó Fénix. En ese estado ¿que es lo que más anhelas?

-Yo quisiera...poder ver la sonrisa de mi amo, porque partió de aquí con el corazón hecho pedazos, y eso me destruyó.- Dijo Pegaso tristemente.

-¿Esa persona...es valiosa para ti?

-Es lo más importante que hay en mi vida, afirmó Pegaso. Recuerdo que cuando era un pequeño potro, y unos bandidos atacaron a mi madre y a mis hermanos, mi amo logró salvarme, me crió me alimentó, me educó. Me dio valentía, amor, por eso y más aprecio a mucho a mi amo, y quiero verlo reír siempre.

-Una respuesta muy pura y sincera, dijo el Fénix. Te daré un regalo, para que veas con gran luz la sonrisa de tu amo.

Entonces el Fénix abrió sus alas, y dejó caer en las heridas de Pegaso parte de su sangre, para que se combinara con la del caballo, esto le otorgaba una vida más larga y resistencia, luego vertió lágrimas en sus heridas y se fueron sanando.

Luego incrustó dos de sus plumas en la espalda de Pegaso, poco a poco se levantaba y sus alas crecían y adoptaron el color blanco de su pelaje. Los cinco amigos de Hércules quedaron sorprendidos.

Pegaso se levantó sobre sus dos patas traseras alzando las dos delanteras al cielo, en señal de victoria y desplegó sus alas tan blancas como la nieve, en señas de que había ''renacido'', al quedar sobre sus cuatro patas les hizo con el cuello a sus cuidadores indicando que se montaran encima de él, se montaron, agradecieron al Fénix, y partieron.

Llegaron al pueblo en Pegaso, y Hércules lo vio, quedó impactado, salió corriendo a abrazar a su querido Pegaso.

Se bajaron sus amigos y Pegaso se inclinó para que Hércules fuera su jinete. Se montó, alcanzaron los cielos y partieron.

Pegaso.jpg

¡Hola! quiero agradecer a todos los que concluyeron esta lectura y han apoyado con cada voto y/o comentario, para mí es un verdadero placer traer este contenido ya que la mitología griega es muy atrayente para mí. Quiero mencionar también que esta historia a pesar de estar basada en dicha mitología, es totalmente de mi autoría, así como lo dibujos presentes.

El próximo fin de semana estaré subiendo el siguiente capítulo, acá dejaré el link del primer capítulo por si aún no lo has leído:

@wamn7/capitulo-1-las-diosas-eris-y-pandora-de-mi-autoria

H2
H3
H4
3 columns
2 columns
1 column
7 Comments
Ecency