El Caos actual del amor, para referirse a cuán difícil es conceptualizar la pareja hoy en día.
Muchos sociólogos están de acuerdo con un pensador francés de apellido Kauffmann quien afirma que “una pareja es cuando dos personas comparten una lavadora, no dos lavadoras”. ¡Ah! pero resulta que usted lava su ropa en casa de sus hijos, y su ex esposa tiene un nuevo marido, es decir, no son una pareja.
Entonces, se complejiza aún más la situación del llamado “caos actual del amor”, pero yo creo -y volvemos otra vez al asunto del plano moral- que los hombres no nos hacemos a la idea de que las mujeres de verdad se han emancipado, han conquistado un espacio social y, además, han conquistado su cuerpo, que les pertenece, ya no las dominamos porque les paguemos los gastos.
No, eso ocurre desde hace mucho tiempo. Pero no lo queremos reconocer.
La resistencia parece ser a pensar, no a ser. Es decir, las mujeres tienen sus espacios.
Los hechos pueden cambiar, pero lo que no parece es que tengamos la posibilidad de interpretarlos de una manera satisfactoria para todos.
Siento antipatía por el mundo islámico, con respecto al tema de la mujer, y de pronto me doy cuenta de que la ventaja que tienen los islámicos fundamentalistas es que todo es de una claridad absoluta.
La certidumbre que nosotros buscamos en los reality shows, en esta capacidad de predecir, en las películas que siempre dicen lo mismo pero sabemos cómo van a terminar y aun así seguimos viéndolas. Esa certeza ellos la tienen porque se han garantizado una única interpretación posible de la conducta.
Las reglas del juego están dadas.
Sí, entonces tú no tienes dudas, te puedes ir de ese mundo, pero no permaneces en él diciendo -bueno, ahora me voy a poner el velo un poquito más arriba-, sino que estás o no estás y eso le da una consistencia tremenda que es muy valorable.
Allí es cuando entiendo por qué las mujeres en el Islam acepta eso, porque la certidumbre es una valor.
En cambio ¿qué seguridad tienen las mujeres en el mundo occidental? Ninguna, porque igual tienen que cuidar a sus hijos y si los hijos les salen malos entonces ellas tienen la culpa. Por si fuera poco, además de trabajar tienen que negociar si vas a la lavas o no vas a lavar.
Ya la gente no discute la división del trabajo en términos sexuales (que esto le toca a las mujeres), sino que en general lo que hay es una gran dificultad porque parece que cada cual tiene que ponerse unas reglas con el otro y eso varía de pareja en pareja.
Son transacciones y tienes que tener un contrato.
Un contrato tácito, claro, pero lo que quiero decir es que cuando tú contratas lo haces libremente, como sujeto libre, porque, si no, no es un contrato sino una esclavitud o una compra, otra cosa.
Entonces esas transacciones suponen que tu tienes dos sujetos libres, dos personas en el sentido existencial de la palabra que pueden libremente pactar un modo de relación. Pero, eso es mentira, eso no es así, es decir, hay una parte de ti que puede transar cosas pero hay otras cosas con relación a las cuales tú no eres un sujeto libre absolutamente. Nuestra aspiración es ésa, pero uno ésta sometido a millones de determinaciones, etc.
Entonces, la situación es gravísima porque te dicen “tú eres totalmente libre, tienes que transar con tu pareja cómo vas a vivir”, y resulta que no te enseñan qué significa eso o no tienes la oportunidad saber cuáles son las prácticas que te hacen realmente libre, que es el conocimiento de sí mismo, en última instancia.
Una manifestación aparencial de un libre albedrío en lo social.
"Si el hombre, fundamentalmente, no solo desea más, sino que siente el horror de conocer su propio futuro, no se debe a la pasión real o puramente femenina de lo imprevisto. La razón primordial de la vida es, para el hombre, el sentimiento de su padre y de su propio poder para provocar los hechos ante el impulso de esa voluntad.".
MASSIMO BONTEMPELLI
Yo Soy el que Soy - Yo Soy mi Maestro
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Martes, Septiembre 4, 2018
Alberto J. Tang H.
